No soporto la música. Ni el rock. Ni el jazz. Ni Vivaldi. Para mí no es más que un sofisticado mecanismo de hipnosis. Una pauta que se repite hasta que logra introducirse en nuestro cerebro y que va generalmente acompañada de un mantra estúpido.
“Imagine all the people
Living life in peace…”.
La experiencia demuestra que la repetición ablanda las neuronas. Suena la música y nuestras resistencias psicológicas se resquebrajan. Como las técnicas de aprendizaje del Tercer Reich. Suena la música y nuestros diques mentales se desbordan. Como las oraciones de una secta. Suena (otra vez) la música y las barreras de nuestro cerebro se desintegran.
Todos hemos tarareado “Imagine”, por los clavos de Cristo.
La música apela a mecanismos primitivos. Si usted le pone una sinfonía de Beethoven a su perro el animal le prestará atención pero no sucederá lo mismo si le da a leer un volumen de Proust. Al margen de los atavismos la música es repetición y mala literatura. Bisbal no dice muchas más gilipolleces que Lou Reed y las combinaciones melódicas que utilizan ambos son de una complejidad similar. Al margen de los atavismos la música es como el sexo al margen del deseo.
Y ahora no me vengan con mamarrachadas, que ya he visto “Footloose”
1 comentario:
"Y os recomiendo mi método de intensificación por medio
de la repetición, gracias a que, repitiendo sistemáticamente
algunas palabras, giros, situaciones y partes, las intensifico
forzando asimismo el efecto de la unidad del estilo casi hasta
los límites de lo maniático. ¡Por la repetición, por la repetición se crea la mitología!" Witold Gombrowicz, Ferdydurke, IV.
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