La mayor mamarrachada que he pronunciado este fin de semana ha sido: "Soy deudor de Bresson". Y no era sarcasmo ni provocación, no, era me había bebido media botella de vino y cinco o seis vodkas con tónica y en una epifanía alcohólica cayó sobre mí el peso de la Historia revelándome esta herencia insoslayable. Lo peor no es que Borja me diera la razón, sino que en mi vida sólo he visto dos películas de Bresson. Y las ODIO. Un día me van a dar dos hostias
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