Ustedes… ¿Me quieren? Claro que me quieren, desgraciados. Hay que ver cuánto me quieren ustedes. Les contaría cómo llegaron a romperse la mitad de los vasos capilares de mi antebrazo pero para qué entretenerles con sórdidos detalles de mi VIDA.
Estoy bien, en serio. Algo apático quizá. No me apetece ni beber ni follar ni asearme. Sin embargo hay que conservar las apariencias. O la autoestima. No sé, me cuesta diferenciar una cosa de la otra.
Pienso en los incendios. Siempre se dice que en el siglo XIX una ardilla podía cruzar la Península Ibérica saltando de un árbol a otro. Siempre he imaginado a la pobre ardilla llegando exhausta a los Pirineos. Murmurando: “Era POSIBLE”, un instante antes de reventar. Hoy una ardilla podría cruzar la Península en un puto BMW. Suponiendo que tuviera carnet de conducir o que sus pies llegaran a los pedales. Bah, a quién le importan las malditas ardillas. Si tuvieran algo que decir habría alguna sentada en las reuniones del G8.
A lo que me refiero es a que hay demasiados incendios porque hay demasiados BOSQUES. El asfalto no arde, señores. Los árboles pertenecen al pasado.
Los árboles pertenecen al pasado…
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